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Una de las cosas que más me ha llamado la atención al leer las entradas sobre “qué es ciencia” es cómo el término sigue generando una enorme controversia, un debate que todavía es más acentuado en el caso de las Humanidades, ya que suele pensarse que lo que hacemos no entra del todo en esa categoría. Sin embargo, los rasgos que definen la actividad científica son la base de nuestras investigaciones. Además, me gustaría destacar dos de las lecturas:

Por un lado, me ha resultado interesante la entrada sobre la “aproximación vectorial” que define la ciencia como una actitud vital, una forma de acercarse al conocimiento, un cuerpo de conocimientos, un sector indutrial, una cominunidad de personas y una actividad profesional; o como lo que no es, es decir, la ciencia no es una psceudonciencia, ni fe, ni una mentira, ni la solución a todo, ni la única aproximación a la realidad, ni la única actividad intelectual relevante, ni una impostura intectual ni una secta. 

Por otro lado, también quería destacar la defición que propone César Tomé, que ve la ciencia como “la búsqueda sistemática del conocimiento cuya validez no depende de un individuo o época concretos y que está abierta a cualquiera que quiera comprobar sus hallazgos o reproducir sus experimentos [...]”

Puede que la imagen del investigador humanista no incluya una bata blanca ni un laboratorio, pero también aplicamos métodos críticos, respondemos hipótesis y sometemos nuestras conclusiones al juicio académico. 

Estas lecturas me han ayudado a reafirmar una idea esencial: las Humanidades no están fuera de la ciencia, sino que representan una de sus formas posibles. Si la ciencia se define por una actitud rigurosa y abierta hacia el conocimiento, entonces nuestras disciplinas no solo participan de ella, sino que la enriquecen desde otro ángulo.

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